domingo, 8 de febrero de 2009

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Vamos a la noche del hospital
Imagina una sala de urgencias un día Sábado por la noche.Imagina putas, travestís, vagabundos y toda la escoria social que te cagas en la virgen María del terror de llegar a convertirte, reunida bajo la fría luz clínica de la baldosa blanca.
A medida que avanza la noche, las criaturas se amontonan sangrantes, hediendo, algunos carcomidos por la infección de ulceras atroces.
Mientras llenan el piso de fluidos, sus almas esperan impacientes por una absolución, muchas de ellas se pudrirán esperando, y lo seguirán haciendo en una caja de pino bajo tierra las noches siguientes.

Cada uno de estos monstruos supervivientes vale menos que el contenido de una bolsa negra biodegradable, valen menos que una lata de laca, rimel, envases de crema. Muéstrame tu bolsa de basura y te diré quien eres. Muéstrame lo peor de ti, lo que consumes, tus dependencias y necesidades y trazare el peso exacto de tu valor.

Volvamos a mí.
Me encuentro en medio de todo esto, pero como ya es común, mi mente está en otro lado.

Vamos a la mujer de enfrente.
Grita. Los paramédicos se abalanzan con manos agarrotadas sobre su convulsionado cuerpo que los aparta con fuerza sobrehumana. No se si son los nervios que se sacuden tratando de luchar contra la muerte o un intento conciente e inútil de salir de la sala.
Puedo ver su rostro cubierto de sangre, parece intacto a pesar de estar salpicado de pedazos de carne y cuero cabelludo.
Los ojos desorbitados y la boca casi desencajada en un grito de dolor que no cesa desde que entró a la habitación. Me hace recordar múltiples representaciones artísticas de la Gorgona decapitada y sufriendo dolores indecibles luego de la frustrada liberación de la muerte.
Uno de los del equipo de las batas blancas introduce una larga y delgada pinza dentro del destrozado pecho derecho que cuelga en pedazos hecho jirones de grasa y músculo trenzado de venas. Extrae un diente de leche ensangrentado y lo deposita sobre una bandeja reluciente, luego otro y otro.

Hace su entrada un hombre gordo que comienza a caérsele el pelo sobre la frente perlada de sudor, mira una hoja. Ahora ya se bastante bien de que se trata, es la forma carente de contacto humano en que conozco a cada nueva persona que entra en mi vida hace ya 10 años.
Y el médico dice:
-Nombre: Laura
-Edad: 48…
-…Su hija de 10 años se despedazó la cabeza jugando con una escopeta frente a sus ojos, los perdigones le destrozaron el pecho y hombro derechos, deberían haber restos de metal, hueso, dientes tal vez…- una mirada sepulcral ante lo obvió de encima de la mesa.
-Antecedentes Mórbidos: Colesterol, Diabetes tipo I

Una vida arruinada es una teta y una cabeza haciendo explosión al unísono, cuando una mierda así estalla, salpica hasta a tu peor enemigo convirtiéndolo al cristianismo o una pavada como esa.
Ojalas muriera.

Volvamos a mi.
Este es el bebe que papi y mami trajeron 18 años atrás y que llenó de alegría cada rincón de la casa, ahora está tendido sobre una camilla, con tubos entrando por cada orificio de su cuerpo.
Tal vez esta es la forma en que quería verme. Exactamente esto me merecía.Los de las batas blancas se acercan, me exploran, me recorren, me mueven y me giran. Los paramédicos dicen:-aumenta la dopamina.-antibióticos de amplio espectro.-dos unidades de sangre.
-Hagan entrar al policía.Sacan, ponen, inyectan. Si supieran la negra maldición letal que me corroe sabrían que todo esto es inútil. Seguro para la muerte es causa de vergüenza ajena, maquillan de forma humana mi ya sentenciada calavera.Seria buena idea, tal vez si la aceptación social no hubiese dejado de importarme hace tiempo, si el desastre fisiológico inminente no devastara todo a su paso.
El muerto travestido, pintado de vida y listo para la función de una vida normal.
Los paramédicos dicen:-Un poco de sombra.-Delineador de ojos.-Rush color carmesí.-Aquí llegó el oficial

-¿Está conciente?- Pregunta el escuálido policía con rostro de ratón, si tuviese otra ropa parecería un paciente microcefálico.
-Si lo está, hicimos lo suficiente para que pueda responder, pero no podemos asegurar su exactitud.- Dice una teñida paramédica.
- ¿Qué es lo último que recuerdas arriba del auto?-agrgar agrgarsg atgsh-¿Tu padre sufre de alguna enfermedad?-agrhagrrr ata-Está bien eso es todo.- Dice con una ojerosa cara de interesada lástima que no disimula el cansancio.Aplausos por la función, fingir estar vivo es algo agotador.Gracias.
El joven rata me vuelve la espalda y puedo ver su desagradable nuca rapada repleta de un cultivo de espinillas luchando por el espacio disponible. Habla con la paramédica suponiendo que estoy más inconciente de lo que no estoy, si tan solo hubiese leído que pacientes recuerdan todo lo sucedido en el quirófano. Si tan solo los policías leyeran.
-¿El padre ah dicho algo? Pregunta.-El choque fue brutal, tiene un ojo, la traquea y el bazo destrozados, a juzgar por su estado… el niño será el único que pueda contar lo sucedido.

Vamos cuatro días después del accidente.
Las paramédicas eran lo peor, cualquier feminista se hubiese volcado a la misoginia después de una experiencia como la estadía en un hospital y la inminente orfandad amenazándote. ¿Quién dijo que el instinto maternal es algo incondicional? Quítenme la miseria que me rodea y veremos si alguna de esas viejas dulces me hubiese mirado sino como el enclenque y antisocial mamarracho que era. Seguro ninguna hubiese querido un hijo como yo de poder elegir, pero en tales cirscuntancias era lo mejor del mundo.Incondicional, nada lo es, todo depende de algo.